Los Marcó de Entre Ríos
(Redactado a Mediados 2006)
Juan y Pedro (Jean y Pierre)
No es el nuestro un apellido muy difundido en Argentina. Los hay en Buenos Aires, Mendoza, San Juan, Río Negro, Corrientes, Córdoba y quizás en otra provincia más. Pero muchos de nosotros tenemos nuestras raíces argentinas en Entre Ríos. Los Marcó de Entre Ríos (aunque estemos desparamados por el mundio) somos descendientes de Juan y Pedro Marcó.
Juan Marcó (1820-1878) fue el primero de nuestros antepasados en pisar suelo argentino. Llegó a estas tierras en 1837, con sólo 17 años en su haber, hace exactamente ciento sesenta y nueve años. O sea que el año que viene se cumplirán 170 años de la llegada de Juan Marcó a este, nuestro país. Había nacido en Senpere, un pequeño pueblo vasco en la vertiente norte de los Pirineos, a la vera del río Nivelle y no lejos del mar Cantábrico.
Allí quedaron su padre, Pierre Marco (1774-1844) y sus hermanos Joachim, Michel, Gratienne, Catherine y Jeanne. Su madre, Maríe Lastiri, nacida en 1783, había fallecido un año antes. Afincado en Gualeguay, Juan trabajó junto a otros vascos y tras unos años, asociado a Martín Laurencena y a Bernardo y Juan Parachú, fueron dueños de un saladero en Puerto Ruiz. La prosperidad y el bienestar logrados con esfuerzo le permitieron a Juan formar una familia, y lo impulsaron a llamar a su sobrino Pedro Marcó (1835-1908) para que viniera a trabajar a su lado y forjar su futuro en tierras americanas.
En 1859, tras la muerte de su padre Michel (n. 1810 - f. Entre 1837 y 1858), Pedro se embarca en Burdeos rumbo al Río de la Plata. Lo acompañan su madre, Jeanne Dantin (1818- 1876?) y su hermana Marie, de sólo 11 años.
Juan y Pedro (Jean y Pierre), tío y sobrino, trabajan juntos en el Saladero de Puerto Ruiz y allí viven por un tiempo.
Ambos se casan en Gualeguay, con mujeres de estirpe vasca. Juan lo hizo en 1855 con María Bautista Laurencena y Laurencena, nacida en Zugarramurdi, Navarra, y Pedro en 1862 con Juana Petrona Laurencena y Eyaragaray (1844-1925), nacida en Buenos Aires e hija de Martín Laurencena y de Margarita Eyharagaray.
Ocho fueron los hijos de Juan y María nacidos en Gualeguay: Juana (n.1857); Juan José (n. 1858), abogado, miembro de la primera Cámara Federal de Apelaciones de Paraná, creada en 1902, quien casó con Clorinda Rebaudi Balestra; Martín José (n. 1859), casado con Amelia Mac Dougall García, hija de un escocés llegado al país a principios de ese siglo; Modesto Bernardo, quien nació en 1862 y falleció al año siguiente; Irineo Celestino (1864-1940), quien llegó a ser gobernador de Entre Ríos, Ministro de Justicia e Instrucción Publica de la Nación, vicepresidente del Banco Central y miembro de número de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y casó con Jacinta González Calderón; Tomás Zenón (1865-1950), hacendado, casado con Marta Melitona Plaza (1884-1964); Sebastián (1869-1944), casado con Nina Sebastiana Torres García (1871-1952), y Catalina Matilde, quien falleció soltera. En tanto los hijos de Pedro y Juana fueron once: Juan Justo (1863-1928), quien casó con Juana Mac Dougall García, propietarios de la estancia “San Diego”, en el Departamento Gualeguay; Martín (1865-1952) casado con su prima María Bidegain Marcó; Miguel (1866-1936), quien casó con María Victoria Carbone, propietarios de “San Gabriel”, en el Departamento Gualeguay; Anacleto Francisco (1868-1940), quien casó con Josefa Enriqueta Pérez Rodriguez y vivieron en “San José” fracción deslindada de “San Martín”, la estancia paterna en el Departamento Uruguay; Octaviana Petrona (n. 1870) quien casó con Vicente Francisco García Silva, escribano, titular del Registro Nº 2 de la ciudad de Santa Fe, donde vivieron; Graciana Felisa (1871-1876); Pedro Laurentino (1874-1941), casado con Juana Bousquet; Cipriano Francisco (1875-1950), comerciante y político, quien fue Diputado Nacional y Vicegobernador de Entre Ríos y casó con María Ignacia Gutiérrez Berruet; Virginia Victoria (1877-1966), casada con. Martín Parachú Ormaechea; Carlos Julián (1880-1961) quien casó con Lelia C. García Silva, y Ernesto Tomás (1885-1955), casado con Ana Jacinta Gutiérrez Berruet, hermana de María Ignacia, la esposa de Cipriano.
Algunos números y un poco de historia reciente.
Son quince troncos de familia, cinco hijos de Juan y diez de Pedro, que tuvieron descendencia y hoy viven en buena parte de la geografía argentina y otras latitudes del nuevo y el viejo mundo. Cinco generaciones nacidas en el país que llevamos la sangre de Juan y Pedro Marcó. A partir de 1996 nos reunimos varias veces, haciendo de la reunión familiar casi una costumbre. Una grata costumbre que empezó casi sin proponérnoslo, cuando en noviembre de 1996 un puñado de bisnietos de Pedro y Juana convinimos en reunirnos en Paraná y compartir una mesa, con el sólo propósito y por el mero placer de encontrarnos. Cuando llegó el momento de la reunión el puñado inicial se había multiplicado. Fuimos casi dos docenas los presentes, y representabamos siete de las diez ramas descendientes de Pedro y Juana.
Allí surgió la idea de la reunión de la familia grande. Idea que creció y se materializó en la reunión de noviembre de 1998 con el espléndido escenario del Palacio SanJosé. Allí fuimos algo más de 400 los descendientes de Juan y María y de Pedro y Juana. Cuatro generaciones estuvieron presentes y entre todos decidimos que debía haber un nuevo encuentro. La elección del lugar no admitió debates ni dudas. Debíamos reunirnos en Gualeguay, el lugar donde llegaron y se afincaron Juan y Pedro y donde formaron sus familias. Esa reunión, en un brillante día de noviembre de 2000, tuvo como marco el parque de la Sociedad Rural de Gualeguay y nuevamente los presentes superamos los cuatrocientos. Antes del almuerzo el encuentro fue en la capilla de San José, donde el padre Guillermo Marcó celebró misa y evocó a los fundadores de la familia en la Argentina.
Al cabo del inolvidable día que pasamos allí, con renovadas ganas de continuar estas reuniones que ya se nos hacían necesarias, decidimos que la próxima sería en Paraná. Y en Paraná nos reunimos en noviembre de 2002, en un momento difícil de la provincia y del país, después de algunas vacilaciones y consultas, avances y retrocesos por la sola voluntad de continuar esta ya grata costumbre de encontrarnos cada dos años, por el sólo hecho de reconocernos descendientes de Juan y Pedro Marcó. Allí fuimos unos 130. El momento no permitió repetir las reuniones grandes.
Estamos a mediados del 2006. Será este el año de retomar la costumbre de reunirnos?